viernes, 4 de agosto de 2023

LAS CUATRO Y DIEZ- LUIS EDUARDO AUTE

Identidad, alteridad y violencia

 


Este trabajo trata de introducir cómo es que las identidades desde lo personal, social y cultural[1], -en algunos casos- constituyen un problema social, -no por ellas en sí mismas sino por ser usadas para intereses de grupos de poder determinados-  y con ello visibilizar  la alteridad puesta como el “otro” que se espejea en quien excluye y el excluido de tal manera que, la violencia resulta inevitable cuando se dan los dos casos anteriores; problemas sociales y alteridades.

“La idea de identidad supone la idea de verdad, de autenticidad, puesto que identidad significa sobre todo idéntico así mismo” (Costa, 1993, como se citó en Rojas, 2004), no obstante, la idea de autenticidad se condiciona a partir de las demás personas[2] pero al mismo tiempo: “un sí mismo que a base de representar lo que “los otros” desean, es semejante a los demás en una “identidad compartida, subjetivamente coherente” (Berger y Luckman, 1972 como se citó en Rojas, 2004). Al mismo tiempo que hay interacción en las relaciones de las personas, se establecen construcciones sociales y en ese sentido podemos decir que se ejercen pluralidades de identidades en todo el mundo, pero también se corre el riesgo de que las identidades plurales sean suprimidas por las identidades masivas, identidades masivas con una cuadratura ideológica.

Para ligar lo anterior y al mismo tiempo sustentar que la identidad personal, plural, masiva y cultural, en algunos casos ha constituido un problema social, se acude a la historia[3] respecto a los genocidios perpetrados en  Alemania en los años 40, en donde el coto de poder realizó los más horrorosos episodios de nuestra historia para velar la idea de “identidad, nación y cultura” de una raza aria: “En efecto, el movimiento que más había exaltado los valores de la Kultur fue el que perpetró el mayor genocidio deliberadamente planeado, incluso contra los propios ciudadanos, bajo la bandera religiosa, cultural” (Arizpe, 2006). Con todo lo anterior, se hace una transposición de una identidad personal a identidad social y en consecuencia a la identidad cultural, todo ello con la idea de paradigma, pues se tiene la posibilidad de que los acontecimientos que denigren a las sociedades no sea definitiva porque recuérdese que las identidades no son estáticas, sino que están destinadas a modificarse permanentemente.

ALTERIDAD:

“La alteridad es por sobre todas las cosas respeto y apertura basta, casi inimaginable para la vieja conciencia. Mientras que la conciencia primordial de esta mente antigua descansa en el eterno retorno de lo mismo, es para la mente emergente una limitación profunda y equívoca esta garantía de retorno al inicio, al comienzo que solo ha sido re-significado de manera parcial…”  (Ruíz, 2009)

 

Aunque la alteridad como posibilidad de ser “otro yo” nos permite tener libre albedrío de cómo colocarnos frente a las sociedades, en tanto ese “otro yo” forma parte de “mi yo constituido” por decirlo de alguna manera, la historia nos ha revelado que, ese otro yo ha sido causa de grandes daños sociales con el propósito de perpetuar cotos de poder que han servido para dominar a esos otros yo, (los excluidos, los señalados) en sentidos culturales, económicos, políticos. En esta idea de “perpetuar” Ruíz alude a una “vieja conciencia”, al “eterno retorno de lo mismo” (ídem). Desde su vieja conciencia ha hecho posible lacerar a la humanidad con banderas diversas: la raza, religión, nación, cultura. No obstante, la alteridad existe también como posibilidad de “una mente emergente” (ídem) que modifique su “otro yo” no como una posición narcisista[4], sino que: “…la alteridad es [sea] un modo de liberación que engendra nuevas prácticas, el abrir nuestros ojos y agudizar nuevos oídos al otro es cruzar una puerta que esconde otra puerta…” (ídem). Esa puerta que nuestro otro yo esconde cuando la encontramos, irremediablemente se provoca la ruptura de la “vieja conciencia” para dar paso a la conciencia emergente que busca nuevas formas de relaciones en donde no quepa el horror de humanidad.

 

VIOLENCIAS

De acuerdo a Wieviorka existe una violencia como exceso o como falta de sentido o la violencia en la constitución del sujeto. El autor explica lo anterior a partir de experiencias históricas y dice que estas violencias como falta de sentido están relacionadas con actos masivos violentos: La ETA en España, la agresión étnica en Francia y los campos nazis.[5]:

 “En toda situación concreta en la cual hay violencia existe la marca de un sujeto imposible, que se pierde. En toda experiencia de violencia hay un exceso o una falta de sentido” (Wieviorka, 2001)

Es importante detenernos en las violencias como excesivas o sin falta de sentido en tanto su corresponsabilidad cuantitativa entre la causa y el efecto, es decir que, de acuerdo a la causa por la que se recibe la violencia el efecto de ello (la violencia) estará por mucho sobrepasada. Ahora bien, en este mismo escenario veamos otro tipo de corresponsabilidad que se da entre el sujeto que provoca la violencia en exceso y su explicación casi inexplicable de porqué lo hace. Tal vez sea porque el acto violento que lleva a cabo el sujeto tiene que ver con su otro yo (alteridad), el cual carece de prudencia ante un suceso que le parece peligroso y aberrante, entonces, por esa condición inestable de miedo, el yo, responde con violencia excesiva ante el otro, violencia incluso de lesa humanidad. De acuerdo a lo anterior, sí podemos afirmar que hay una corresponsabilidad cuantitativa y ésta tiene que ver con la relación de la percepción que el individuo tiene con el otro. Entonces la magnitud del miedo de la persona de convertirse en lo que desprecia, está en función de la magnitud del acto violento. Es por eso que quizá la violencia en tanto la consecuencia se vuelve descomunal en lo que refiere el autor sobre las violencias excesivas.

A manera de conclusión y al leer los tres documentos mencionados en este trabajo, me pareció interesante relacionarlo entre sí, porque de esta manera quizá podemos apreciar mejor la idea de identidad puesta como rehén al servicio del poder[6] a partir de su alteridad (considerada a las sociedades como unidad o individuo) y como consecuencia de ello, las diferentes e inevitables violencias ejercidas en un sector de las poblaciones.

 

 

Bibiliografía:

Arizpe, L. (2006). Culturas en movimiento: Interactividad cultural y procesos globales. Ciudad de México : Porrua.

Rojas, M. R. (2004). Identidad y Cultura. Educere, 490.

Ruíz, C. (2009). La alteridad. Casa del tiempo uam, 101.

Wieviorka, M. (2001). La violencia: Desctrucción y constitución del sujeto. Espacio abierto.

 



[1] Identidad social y cultural consideradas cada una como un todo con relación intrínseca al sujeto identitario

[2] Para que se construya una identidad desde lo personal, necesariamente tendrá que ser a partir de las demás personas que permanentemente interactúan con su entorno natural y social.

[3] Válgase la mención necesaria del hecho histórico debido a que lo que se pretende en este trabajo es exponer y al mismo tiempo justificar cómo la identidad desde lo masivo (no plural) ha sido presa de intereses sociales, económicos, religiosos, políticos; y en ese sentido resulta necesario poner el objeto de estudio como algo acontecido para lograr dicha justificación.

[4] Se usa la palabra “narcisista” a los cotos de poder en las sociedades y en consideración de ellas como una unidad para poder categorizarla como “otro yo”

[5] Reproduzco lo que dice el autor en tanto a los acontecimientos históricos dado que, el artículo del material de lectura está basado en su mayoría con la exposición diferentes hechos en la humanidad.

[6] Visto así porque el nodo de este trabajo refiere al uso de la identidad que hacen los grupos de poder para lograr sus propios intereses, tal como se describe en la introducción.

miércoles, 29 de marzo de 2023

[Cuerpo/Territorio/Levedad] ll. DESIGNIO DE LA REINA



[Cuerpo/Territorio/Levedad]

 

II. DESIGNIO DE LA REINA

Cuando la reina convertida omnipresente en su terruño corpóreo transgrede su raciocinio cotidiano de la mujer a la bestia, prioriza sus instintos para arrojarse al territorio fértil y salvaje del rey, entonces, se van entrelazando las batallas impúdicas, esas en donde las buenas costumbres no tienen cabida en su santuario. Es una guerra consensuada casi perfecta entre la razón y la lujuria, ya saciada, el ocaso de sus fuerzas se asoma, no así de los ánimos, -nadie vence- la pareja se heroíza por mimetizar los caudales emancipados del blanco perfecto: la pasión. Y en paralelo, sus corazones se regocijan en permanente de aquello que entre sí provocan, el amor. Pero también, en el acto de no contrición, se van entretejiendo altares de promesas de adoración entre el uno y la otra, haciendo infinitos territorios de éxtasis... cumpliéndose así, el designio de la Reina, la de colocarse mutuamente en espacios sagrados gracias al frenesí que inevitablemente brota de sus permanentes batallas de amor.
Mientras tanto, la razón se abstrae de sus cuerpos volcados en uno solo, contemplando lo que nunca tendrá y que quizá, desearía. 


martes, 17 de enero de 2023

Las dos muertes

 

Su memoria se atomiza dirigiéndose a sus recovecos con álgida insistencia de armar el rompecabezas de su corta vida, no quiere perderse nada.

La hora ha llegado y vuela a donde él está.

Sus alas la sostienen por un instante para detener su camino a las mil y una muerte, se persuade y sus pies de plomo con halo taciturno la regresan confundida. Intenta caminar con lenguas retorcidas y ángeles confundidos, deambula entre la inmediatez resonante entre dos muertes, 

su sobrevivencia y él.

Repentinamente desvía su camino y se aferra a los lugares donde lo vio feliz, entonces, recoge sus trozos del corazón con la ilusión de renacerse con él, quizá sus recuerdos en soledad acudan a su juventud, en tanto, su memoria lo recibe en paz con su esencia entre algodones…

… El mejor remedio para curar su alma.

 

Con cariño, para Wendy y Jona.




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