lunes, 4 de julio de 2022

#Danza

 

No podemos ignorar el lenguaje que intercomunica el cuerpo con el movimiento porque la importancia de esta dualidad es crucial para hacer consciente su ejecución. En el caso de las y los bailares, se posibilita la gestión identitaria en el proceso de la producción dancística, desde la identificación primaria de los movimientos aleatorios hasta la puesta en escena, entonces, quizá la idea de pertenencia en las y los bailarines, sí, y solo sí, se complementa con la interpelación en el escenario, de tal manera que su lenguaje no se limita al tiempo y espacio entre el sujeto y sus movimientos, sino que al exponer el cuerpo bailando para el espectador, la danza se condicione en un carácter sistémico tripartita (cuerpo, movimiento y espectador), con ello, se vuelve un proceso permanente en la construcción de cada puesta en escena. A decir del cuerpo, éste también experimenta procesos de deconstrucción, construcción y de interacción.

Resulta pues indispensable el análisis de los movimientos en la danza cuyo objetivo acaso será la permanente concientización entre el cuerpo y el movimiento para que quizá, la danza confirme su colectividad entre el arte y la sociedad, a través de esta idea tripartita.

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