No todo lo que brilla es oro
El mundo de los fotoperiodistas se ha idealizado alrededor
de lo que hacen, se les ve, como personalidades poco menos que omnipresentes, `los
de afuera’ los que no estamos involucrados en el ambiente, seguimos llevando a
cuestas la honra de tener a quienes nos acercará –en este caso- la información, en un
vocabulario de imágenes.
Sin embargo, las personas que realizan fotoperiodismo, se viven en carencias que no tienen que ver propiamente
con déficits intrínsecos de su trabajo; quiero decir, que habrá que lidiar con
el poco reconocimiento, de los propios
empleadores y compañeros del medio.
No obstante, los salarios que percibe una persona
fotoreportera, -por lo menos aquí en Morelos- son muy bajos; estos oscilan entre 4 y 6 mil
pesos mensuales. En comparación con otros estados, por ejemplo; en la Ciudad de
México en un medio equiparado con los de Morelos, un fotoreportero gana entre
10 y 13 mil pesos. Dicho sea de paso, en algunos casos, a los reporteros de
imagen, no se les provee de su herramienta de trabajo… se mueven con su propio equipo.
El desdén
Erróneamente se ha visibilizado al reportero de imagen en un
nivel menor en la tabla de jerarquías en el ámbito de la comunicación, caminan
con el lidio constante por la falta de respeto en las fotografías que producen, por decir algo, cuando se editan o
recortan de manera arbitraria para su publicación, pero también lidian con el
trato que se les da, como prestadores de servicios, e incluso como personas
dentro del ámbito laboral.
Los verdugos
Paradójicamente, sus verdugos se dan entre la `camarería´ y, – a propósito de imagen- si plasmáramos una, con relación a lo mencionado, apelaría a una disputa entre cantos de sirenas en la `Iliada´.
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