Este trabajo trata de
introducir cómo es que las identidades desde lo personal, social y cultural, -en algunos casos- constituyen
un problema social, -no por ellas en sí mismas sino por ser usadas para
intereses de grupos de poder determinados- y con ello visibilizar la alteridad puesta como el “otro” que se
espejea en quien excluye y el excluido de tal manera que, la violencia resulta
inevitable cuando se dan los dos casos anteriores; problemas sociales y
alteridades.
“La idea de identidad supone
la idea de verdad, de autenticidad, puesto que identidad significa sobre todo
idéntico así mismo” (Costa, 1993, como se citó en Rojas, 2004), no obstante, la
idea de autenticidad se condiciona a partir de las demás personas pero al mismo tiempo: “un
sí mismo que a base de representar lo que “los otros” desean, es semejante a
los demás en una “identidad compartida, subjetivamente coherente” (Berger y
Luckman, 1972 como se citó en Rojas, 2004). Al mismo tiempo que hay interacción
en las relaciones de las personas, se establecen construcciones sociales y en
ese sentido podemos decir que se ejercen pluralidades de identidades en todo el
mundo, pero también se corre el riesgo de que las identidades plurales sean
suprimidas por las identidades masivas, identidades masivas con una cuadratura
ideológica.
Para ligar lo anterior y al
mismo tiempo sustentar que la identidad personal, plural, masiva y cultural, en
algunos casos ha constituido un problema social, se acude a la historia respecto a los genocidios perpetrados
en Alemania en los años 40, en donde el
coto de poder realizó los más horrorosos episodios de nuestra historia para
velar la idea de “identidad, nación y cultura” de una raza aria: “En efecto, el
movimiento que más había exaltado los valores de la Kultur fue el que perpetró
el mayor genocidio deliberadamente planeado, incluso contra los propios
ciudadanos, bajo la bandera religiosa, cultural” (Arizpe, 2006). Con todo lo
anterior, se hace una transposición de una identidad personal a identidad
social y en consecuencia a la identidad cultural, todo ello con la idea de
paradigma, pues se tiene la posibilidad de que los acontecimientos que denigren
a las sociedades no sea definitiva porque recuérdese que las identidades no
son estáticas, sino que están destinadas a modificarse permanentemente.
ALTERIDAD:
“La alteridad es por sobre todas las
cosas respeto y apertura basta, casi inimaginable para la vieja conciencia.
Mientras que la conciencia primordial de esta mente antigua descansa en el
eterno retorno de lo mismo, es para la mente emergente una limitación profunda
y equívoca esta garantía de retorno al inicio, al comienzo que solo ha sido
re-significado de manera parcial…” (Ruíz, 2009)
Aunque la alteridad como posibilidad de
ser “otro yo” nos permite tener libre albedrío de cómo colocarnos frente a las
sociedades, en tanto ese “otro yo” forma parte de “mi yo constituido” por
decirlo de alguna manera, la historia nos ha revelado que, ese otro yo ha
sido causa de grandes daños sociales con el propósito de perpetuar cotos de
poder que han servido para dominar a esos otros yo, (los excluidos, los
señalados) en sentidos culturales, económicos, políticos. En esta idea de
“perpetuar” Ruíz alude a una “vieja conciencia”, al “eterno retorno de lo
mismo” (ídem). Desde su vieja conciencia ha
hecho posible lacerar a la humanidad con banderas diversas: la raza, religión,
nación, cultura. No obstante, la alteridad existe también como posibilidad de
“una mente emergente” (ídem) que modifique su “otro yo” no como una posición
narcisista, sino que: “…la alteridad
es [sea] un modo de liberación que engendra nuevas prácticas, el abrir nuestros
ojos y agudizar nuevos oídos al otro es cruzar una puerta que esconde otra
puerta…” (ídem). Esa puerta que nuestro otro yo esconde cuando la encontramos, irremediablemente se provoca la ruptura de la “vieja conciencia” para dar paso
a la conciencia emergente que busca nuevas formas de relaciones en donde no
quepa el horror de humanidad.
VIOLENCIAS
De acuerdo a Wieviorka existe una violencia
como exceso o como falta de sentido o la violencia en la constitución del
sujeto. El autor explica lo anterior a partir de experiencias históricas y dice
que estas violencias como falta de sentido están relacionadas con actos masivos
violentos: La ETA en España, la agresión étnica en Francia y los campos nazis.:
“En toda situación
concreta en la cual hay violencia existe la marca de un sujeto imposible, que
se pierde. En toda experiencia de violencia hay un exceso o una falta de
sentido” (Wieviorka, 2001)
Es importante detenernos en
las violencias como excesivas o sin falta de sentido en tanto su corresponsabilidad
cuantitativa entre la causa y el efecto, es decir que, de acuerdo a la causa
por la que se recibe la violencia el efecto de ello (la violencia) estará por
mucho sobrepasada. Ahora bien, en este mismo escenario veamos otro tipo de
corresponsabilidad que se da entre el sujeto que provoca la violencia en exceso
y su explicación casi inexplicable de porqué lo hace. Tal vez sea porque el acto
violento que lleva a cabo el sujeto tiene que ver con su otro yo (alteridad), el
cual carece de prudencia ante un suceso que le parece peligroso y aberrante,
entonces, por esa condición inestable de miedo, el yo, responde con violencia
excesiva ante el otro, violencia incluso de lesa humanidad. De acuerdo a lo
anterior, sí podemos afirmar que hay una corresponsabilidad cuantitativa y ésta
tiene que ver con la relación de la percepción que el individuo tiene con el otro.
Entonces la magnitud del miedo de la persona de convertirse en lo que
desprecia, está en función de la magnitud del acto violento. Es por eso que quizá
la violencia en tanto la consecuencia se vuelve descomunal en lo que refiere
el autor sobre las violencias excesivas.
A manera de conclusión y al
leer los tres documentos mencionados en este trabajo, me pareció interesante relacionarlo
entre sí, porque de esta manera quizá podemos apreciar mejor la idea de identidad
puesta como rehén al servicio del poder a partir de su alteridad
(considerada a las sociedades como unidad o individuo) y como consecuencia de
ello, las diferentes e inevitables violencias ejercidas en un sector de las
poblaciones.
Bibiliografía:
Arizpe, L. (2006). Culturas en movimiento:
Interactividad cultural y procesos globales. Ciudad de México : Porrua.
Rojas, M. R. (2004). Identidad y Cultura. Educere,
490.
Ruíz, C. (2009). La alteridad. Casa del tiempo uam,
101.
Wieviorka, M. (2001). La violencia: Desctrucción y
constitución del sujeto. Espacio abierto.